La conocida frase “más vale prevenir que curar” cobra hoy más sentido que nunca. En un contexto marcado por el envejecimiento de la población, el aumento de las enfermedades crónicas y la presión sobre el sistema sanitario, la prevención se presenta como una estrategia clave para preservar la salud de la ciudadanía y garantizar la sostenibilidad del sistema de salud y cuidados a largo plazo.
Invertir en prevención no solo mejora la calidad de vida de las personas, sino que también reduce la incidencia de enfermedades evitables y alivia la carga asistencial en hospitales, centros de salud y servicios sociosanitarios. En el caso del cáncer, por ejemplo, se estima que seguir hábitos saludables y participar en programas de cribado puede evitar hasta un 40 % de los nuevos casos y reducir en un 50 % la mortalidad asociada.
Sin embargo, desplegar políticas preventivas eficaces para toda la población no es tarea sencilla. Requiere implicación institucional, compromiso ciudadano, innovación organizativa y un aliado cada vez más potente: la inteligencia artificial (IA).
¿Qué entendemos por prevención?
La prevención sanitaria engloba todas aquellas acciones orientadas a evitar la aparición o agravamiento de enfermedades. Clásicamente se distinguen tres niveles:
- Prevención primaria: busca evitar que la enfermedad aparezca, actuando sobre los factores de riesgo modificables (alimentación, actividad física, tabaquismo, vacunación, etc.).
- Prevención secundaria: se centra en la detección precoz de enfermedades mediante cribados o controles periódicos, con el fin de intervenir antes de que progresen.
- Prevención terciaria: dirigida a personas que ya han padecido una enfermedad, para evitar recaídas o complicaciones (por ejemplo, programas de rehabilitación o seguimiento post-tratamiento).
Aunque cada nivel es fundamental, la realidad es que gran parte de los recursos sanitarios y sociosanitarios siguen centrados en la atención reactiva.
En un contexto de envejecimiento de la población y aumento de las enfermedades crónicas, esta tendencia ya no es sostenible. Los costes sanitarios están en continuo aumento, por lo que es necesario “enfermar menos” mediante políticas preventivas específicas.
Diversos datos confirman que apostar por la prevención genera beneficios económicos tangibles: por ejemplo, se ha calculado que aumentar tan solo un 1 % la proporción de población físicamente activa supondría un ahorro de unos 80 millones de euros al año en gasto sanitario. En otras palabras, invertir hoy en prevención (campañas educativas, cribados, estilos de vida saludables) permite evitar mañana ingresos hospitalarios, intervenciones y tratamientos costosos, haciendo que el Sistema Nacional de Salud sea más sostenible.
Tres pilares esenciales: compromiso, empoderamiento y adherencia
Ningún programa preventivo tiene éxito sin la participación activa de las personas. Por eso se habla cada vez más de compromiso y empoderamiento del ciudadano:
- Compromiso implica activar la implicación de las personas en el cuidado de su salud, promoviendo su participación y toma de decisiones informadas.
- Empoderamiento supone dotarles de conocimientos, herramientas y autonomía para que puedan gestionar su bienestar de forma responsable.
El tercer pilar es la adherencia: cuando las personas comprenden la importancia de las recomendaciones preventivas, es más probable que adopten hábitos saludables de forma sostenida, que cumplan tratamientos prescritos y que participen en cribados en los tiempos indicados.
Inteligencia Artificial: una aliada para una prevención más efectiva
¿Cómo alcanzar a millones de ciudadanos con intervenciones preventivas ajustadas a sus necesidades reales? ¿Cómo liberar tiempo profesional en los centros para dedicarlo a las personas en lugar de a tareas administrativas? La inteligencia artificial puede ser la clave.
Gracias a la IA es posible:
- Identificar riesgos personalizados a partir de datos clínicos, sociales, genéticos y de estilo de vida.
- Automatizar recordatorios y seguimientos para cribados o toma de medicación, mejorando la adherencia.
- Realizar monitorización remota inteligente mediante dispositivos conectados que detectan desviaciones en tiempo real (glicemia, frecuencia cardíaca, presión arterial, etc.).
- Ofrecer recomendaciones personalizadas tanto a profesionales como a personas usuarias, basadas en evidencias y ajustadas al perfil de riesgo individual.
- Apoyar el diagnóstico precoz mediante algoritmos aplicados a pruebas de imagen, que pueden detectar lesiones incipientes con alta precisión, especialmente útiles en cribados masivos (mamografías, colonoscopias…).
La aplicación de tecnologías inteligentes puede reducir la carga administrativa, liberando recursos para tareas asistenciales y estratégicas.
Hacia una prevención verdaderamente personalizada
Cada persona es única, y su plan preventivo también debería serlo. Factores como el entorno socioeconómico, el historial médico, los hábitos, el estado emocional y el entorno influyen directamente en su salud y bienestar.
La IA permite integrar todos estos datos para generar planes preventivos a medida, ajustados a las características de cada individuo. Uno de los conceptos más prometedores en este ámbito es el del “gemelo digital”: una especie de historial sociosanitario dinámico y enriquecido, capaz de simular diferentes escenarios de salud y facilitar la toma de decisiones preventivas en tiempo real.
El diario digital: pequeños gestos con gran impacto
Cada vez más personas registran su estado de salud a diario a través de apps o dispositivos portátiles: sueño, estado de ánimo, actividad física, presión arterial, alimentación… Este tipo de registros, además de fomentar el autocuidado, aportan una fuente de información valiosa para profesionales y cuidadores/as.
Integrados con IA, estos diarios digitales pueden detectar correlaciones ocultas (por ejemplo, entre determinados síntomas y la toma de medicamentos), anticipar riesgos y generar recomendaciones personalizadas. Se abren así las puertas a un nuevo modelo de prevención proactiva y continua, donde cada día cuenta en el mantenimiento de la salud y el bienestar.
Conclusión: IA y prevención para una sociedad más saludable
La inteligencia artificial puede revolucionar el modo en que cuidamos de nuestra salud antes de enfermar. Apostar por una prevención inteligente, apoyada en tecnología, supone:
- Mejorar la calidad de vida de la población.
- Reducir la presión sobre los servicios sociosanitarios.
- Promover un sistema sociosanitario más sostenible y centrado en la persona.
Convertir la prevención en una práctica real, accesible y personalizada es una meta ambiciosa, pero cada vez más alcanzable gracias al potencial de la IA. En el contexto español, donde el reto del envejecimiento y la cronicidad es cada vez más evidente, apostar por la prevención apoyada en datos, tecnología y participación activa es una necesidad inaplazable.