Hoy, día 1 de octubre, celebramos el Día Internacional de las Personas de Edad. Como desde hace más de 30 años, el primero de octubre se ha establecido como el día en el que elevamos para sensibilizar y refrescar acerca de las realidades y dificultades particulares que enfrentan las personas mayores en todo el mundo y acerca de la necesidad de reforzar y promover de los derechos que aluden a tales situaciones.
Este 2025 se celebra bajo el lema «Las personas de edad impulsan la acción local y mundial: nuestras aspiraciones, nuestro bienestar y nuestros derechos», destacando la participación política, social y comunitaria de las personas mayores en todos sus contextos. Hablamos de reconocer este aporte y los beneficios del mismo del que todas y todos disfrutamos y, con ello destacamos especialmente de la necesidad de garantizar el derecho a esta participación, que todavía encuentra multitud de dificultades para ser ejercido en muchísimos y muy distintos escenarios.
Siendo la participación en todos aquellos asuntos que a cada persona le afectan un derecho es, en el caso de las personas mayores, otro de tantos que, a pesar de estar ampliamente reconocidos en multitud de jurisprudencias, encuentran garantías para su ejercicio muy desiguales y, en muchas ocasiones, endebles. Siendo la edad un factor que propicia enfrentar notables dificultades para su ejercicio en comparación con otros grupos de edad nos clama acerca de la necesidad —y la urgencia— de revertir esta situación.
La importancia de los derechos para promover valores y realidades favorables
Por ello, este día de este año, cobra un sentido especial puesto que tras décadas de debates y trabajos en el seno de la ONU, se ha dado en marzo luz verde al inicio del proceso para celebrar una Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas Mayores y redactar un tratado internacional vinculante sobre los derechos de las personas de edad.
Este nuevo instrumento jurídico es una herramienta largamente esperada que ayudará a promover, proteger y garantizar de manera creciente el disfrute de los derechos humanos -ya reconocidos en distintos tratados -de las personas mayores. En concreto persigue:
Promover la igualdad asegurando que las personas mayores gocen de todos sus derechos en igualdad de condiciones que el resto de la población.
Combatir la discriminación enfrentando de manera decidida contra el edadismo y cualquier forma de violencia.
Garantizar la participación fomentando la inclusión e integración plenas de las personas mayores en todos los ámbitos de la sociedad.
Crear un marco de protección integral en áreas clave como la atención sanitaria, la protección social, el empleo y, crucialmente, la participación en la toma de decisiones.
Pensando en los derechos como elementos dinámicos dentro de una vía de doble sentido, suponen tanto el resultado y muestra de la madurez de una sociedad como un motor que nos empuja a adoptar y naturalizar los estándares de comportamiento -con los valores subyacentes a estos – que las garantías del derecho exigen. Las realidades, así, pueden ser intervenidas desde arriba -positivando nuevos derechos y garantías- o desde abajo -permeando nuestro entorno con los valores y acciones que queremos universalizar-.
Estando desde arriba NN.UU. estableciendo el marco de trabajo para conformar un texto vinculante sobre los derechos de las personas mayores, se encuentran muchas personas, entidades y otros agentes desde abajo, promoviendo un cambio de valores que impregne a todos los estamentos de nuestro entorno social próximo.
La importancia de los comportamientos y valores para promover derechos
Muchas acciones, incluso las pequeñas y cercanas, tanto en el ámbito relacional y comunitario como en el ámbito de la prestación de cuidados y apoyos desde lo profesional, bien pueden promover el bienestar y la dignidad de las personas mayores favoreciendo, de ese modo, este escenario de valores y sensibilidades acerca de la dignidad de las personas mayores que apoya los desafíos jurídicos, políticos, económicos y sociales que nos supone la universalidad en el ejercicio de los derechos humanos y fundamentales de las personas mayores.
Algunos buenos ejemplos de ello que todas y todos podemos poner en práctica y que nuestra experiencia acompañando a entidades y personas hacia la atención personalizada nos ha demostrado que tienen potencia para impregnar la cultura de trabajo y favorecer el cambio de mirada -del entendimiento del valor de la persona apoyada- pueden ser los siguientes:
Para favorecer la participación y vida comunitaria:
- Invita a la persona a reuniones del barrio o el centro y asegúrate de que pueda opinar.
- Ayuda a buscar actividades con significado para ella en su entorno próximo.
- Facilita y apoya la realización de sus trámites y gestiones (transporte, lectura fácil, acompañamiento si lo pide).
Para minimizar el edadismo:
- Corrige con suavidad comentarios edadistas
- Evita frases centradas en los déficits: “ya no estás para…”. Sustitúyelas por: “¿cómo te gustaría hacer…?”.
- Promueve y ofrece roles activos y con responsabilidad (mentoría, decisiones del hogar, pequeños liderazgos).
- Mezcla generaciones (familia, vecinos, compañeros, etc.) en una tarea conjunta y beneficiosa
Para promover la dignidad y el buen trato:
- Dirígete siempre a la persona por su nombre preferido y evita diminutivos no deseados.
- Pide permiso antes de ayudar (“¿Te ayudo o prefieres hacerlo tú?”).
- No hables de la persona en tercera persona si está presente.
- Ajusta tu ritmo al suyo: haz pausas, resume, verifica comprensión.
- Reconoce su historia de vida y pídele que te cuente “cómo lo resolvías tú antes”.
- Evita la infantilización adoptando trato adulto–adulto basado en el respeto.
Para apoyar la salud:
- Apoya la preparación consultas cuando sea necesario con una lista de preguntas hecha por la persona.
- Apoya una lista de medicación actualizada y entendible para que la persona comprenda y tome sus decisiones sobre ello
- Cuando sea necesario, solicita explicaciones en lenguaje claro y materiales de lectura fácil.
- Apoya la petición de segunda opinión cuando existan dudas sobre los diagnósticos o tratamientos: es un derecho.
- Conversa y establece con la persona sus preferencias de cuidados y quién quiere que le acompañe.
Parar reforzar la seguridad:
- Revisa periódicamente extractos y recibos con la persona para aclarar dudas y asegurar su comprensión.
- Apoya nunca firmar o acordar con prisa decisiones importantes.
- Mantén redes de apoyo (vecindario, familiares, profesionales) para evitar aislamiento.
Parar reforzar la seguridad en el uso de datos y tecnología:
- Explica a la persona y activad la verificación en dos pasos en servicios importantes.
- Enseña a identificar a identificar phishing y a no clicar enlaces dudosos.
- Estableced un contacto de confianza para recuperar cuentas si hiciera falta.
Para favorecer la autonomía y la autodeterminación:
- Ofrece alternativas reales en tareas diarias y acepta su elección.
- Pactad juntos una Agenda compartida con horarios y prioridades que deban atenderse.
- Apoya la decisión informada: ofreciendo explicaciones amplias y completas con lenguaje comprensible y sin apremios
- Asume que las decisiones conllevan errores intentando generar seguridad dentro de los márgenes de error previsibles
Para proteger y garantizar la privacidad y la intimidad
- Pide permiso y espera antes de entrar en su habitación o espacio
- Pregunta qué temas o información sobre ella puedes compartir y con quién.
- Respeta sus objetos y no ordenes ni revises espacios personales sin permiso.
- Ayuda a la persona a comprender y a configurar la privacidad en el móvil y en el ordenador.
Desde el Grupo Connect proponemos aprovechar la ola del 1 de octubre para poner en marcha, transmitir a otros o reforzar lo que ya hacemos de estas -y otras- pequeñas acciones que generan bienestar y dignidad hacia quien las dirigimos y, sostenidas en el tiempo, efectos desproporcionados en todas direcciones de nuestro ámbito social y político.