octubre 30, 2025

29 de octubre. Día Internacional de los Cuidados

29 de octubre. Día Internacional de los Cuidados

Tiempo de lectura: 8 minutos

Carlos Mirete
Director Instituto ConnectACP

Esta semana se celebra el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, instaurado en 2023 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con la intención de reconocer y visibilizar la labor esencial que millones de personas en todo el mundo -mayormente mujeres- llevan a cabo cuidando y acompañando de forma diaria y constante a aquellas otras personas que lo necesitan.

Los cuidados constituyen parte de la estructura menos visible de nuestro entramado social y expresan el tiempo, la energía, los valores y el compromiso que es dedicado a que las personas que necesitan de otros puedan ejercer la autonomía y la dignidad procurándoles el mejor escenario de salud y bienestar posible. Es justo decir que ese tiempo y esa energía implican también onerosos costes. Costes que hasta ahora sostienen, principalmente y en primer momento, las personas y los núcleos familiares o vecinales que prestan los cuidados, y solo vienen siendo asumidos de manera reciente y parcial por las esferas públicas dedicadas al bienestar social.

Venimos hablando desde hace tiempo de la importante Crisis del Cuidado que afronta nuestro sistema de protección a la dependencia sin que éste -u otros sistemas de países de nuestro entorno- hayan podido resolver conveniente y suficientemente cómo acoger y sufragar de manera directa o indirecta los costes que exige cuidar bien a los nuestros (lo que es también cuidar de nosotros mismos como unidad social) y que hasta ahora se han asumido mayormente desde la esfera privada y familiar.

Reconocer el enorme aporte y heneración de capital social que emana de las  personas que cuidan es una cuestión que aunque puede observarse desde numerosos puntos de visión, todos exigen mirar desde el mismo prisma: la justicia. Hablamos de la justicia que hay detrás de cuidar a los que cuidan para que cuidar no signifique una condena a ser cuidado en el futuro y de la justicia que exige  reconocer y devolver ese aporte de capital social del que nos venimos beneficiando toda la sociedad en su conjunto. En ambos casos, estamos hablando de la necesidad de poner en valor el cuidado y a las y los que cuidan: tanto de las personas que cuidan en el propio entorno familiar, vecinal y comunitario, como las y los profesionales que cuidan, así como los centros y entidades dentro de los que los apoyos se prestan.

De este manera, desde Naciones Unidas se propone que ese reconocimiento y visibilización sirvan para avanzar y reforzar la conciencia de la necesidad de convertirnos en una sociedad que reconoce el valor de los cuidados y éstos supongan un significante primordial de ella misma y de las personas que la integran. Este concepto va más allá de ser simplemente «una sociedad que cuida»: propone un paradigma donde el cuidado se entienda como un bien público global, como una responsabilidad compartida entre personas, familias, comunidades, instituciones y Estados y como un elemento cenital para el desarrollo y progreso de nuestras sociedades.

Hacia una «Sociedad del Cuidado»

Así, una sociedad del cuidado es un modelo de desarrollo que sitúa la sostenibilidad de la vida y del bienestar común en el centro. Reconoce que el cuidado —de las personas, del entorno y de uno mismo— es la base de cualquier economía y de toda convivencia social y democrática. Supone pasar de una responsabilidad privada y mayoritariamente femenina sobre los cuidados a una responsabilidad colectiva, con corresponsabilidad efectiva entre el Estado, las empresas, las comunidad, los hogares y los individuos.

Los principios que definen a una “sociedad de cuidados” deben contemplar:

  • Centralidad del cuidado: el cuidado es un derecho humano y un bien público, no un sacrificio privado.
  • Corresponsabilidad: redistribuir tareas, responsabilidades y tiempos entre mujeres y hombres, familias, instituciones y mercado.
  • Inversión: apostar por la economía del cuidado para ganar productividad, eficiencia y crecimiento inclusivo.
  • Servicios públicos: garantizar acceso universal y de calidad a apoyos a la infancia, la salud y las personas mayores y a todo lo que entorpezca o dificulte la consecución de los proyectos de vida de las personas.

Como siempre sucede, resulta más sencillo establecer los “qués” que identificar de manera clara y completa los “cómos”: hemos identificado mejor lo que hay que hacer que cómo llevarlo a cabo.  Lo que sí parece permitirnos atisbar cómo debemos llevar a cabo los cambios que la “sociedad de cuidados” requeire, tiene que ver con el vacío  -gap- que existe a día de hoy entre las actitudes mayormente compartidas hacia el cuidado (feminizado, en la esfera privada, ni productivo) y las actitudes que requeriría una sociedad que ha naturalizado el cuidar como uno de sus valores primordiales.

Algunas acciones concretas que de manera acumulada apoyan esa transición que va desde que el cuidar sea visto como algo, ya lo hemos dicho, privado, femenino a suponer una responsabilidad -y por qué no decirlo, un disfrute individual y colectivo- que nos vincula a todas y todos, pueden suponer:

  • Dentro de las políticas públicas (reforzando los derechos a recibir cuidados y apoyos de calidad de naturaleza universal y a apoyar a las personas, entidades y estamentos que prestan los cuidados)
  • Como estrategias económicas (reconocer el cuidado como una inversión e insertarlo dentro de las estrategias tanto de desarrollo económico y social como de planes estratégicos sectoriales y de planes de sostenibilidad, de manera que el capital que el propio cuidado genera sea reinvertido en la creación de empleo, la capacitación o profesionalización de las personas cuidadoras y en el establecimiento de sistemas de protección que redunden en el desarrollo y bienestar económico)
  • Favorecidas por el sector privado y la innovación (los agentes privados pueden asumir su parte de responsabilidad implementando políticas de profesionalización y mejora laboral en el contexto en el que las nuevas tecnologías permiten una profunda optimización y reutilización de recursos, mientras que pueden apoyarse desde la colaboración público-privada iniciativas de economía social como cooperativas de cuidados de ámbito comunitario)

La Tecnología como catalizador y acelerador del cambio hacia una “sociedad del Cuidado”

En esta transición hacia una sociedad que valora la importancia de los cuidados y los coloca en el centro de su realidad actitudinal y estructural, la tecnología puede -y debe- jugar un papel esencial: favoreciendo cada uno de los elementos que hemos citado y permitiendo optimizar los recursos y el capital invertido y generado por los cuidados, todo ello, asumiendo su rol y valor como potenciador y favorecedor de las cualidades inherentemente humanas y no como sustitutivo de ellas.

Hoy ya encontramos que muchas innovaciones y herramientas tecnológicas están ya actuando en este sentido y están suponiendo apoyos significativos para el sector de los cuidados y para las personas que los prestan:

  • Las aplicaciones de gestión y las plataformas colaborativas permiten a familias y profesionales coordinar calendarios, compartir actualizaciones sobre el estado de la persona, gestionar un historial de medicación compartido o incluso encontrar recursos de respiro en su comunidad.
  • La telemedicina ha demostrado su valor al reducir desplazamientos innecesarios al centro de salud o al especialista, un alivio inmenso para personas con movilidad reducida y sus cuidadores. Facilita el seguimiento, las consultas de rutina y la resolución de dudas sin el estrés del viaje.
  • Los robots de asistencia comienzan a mostrar su potencial, no solo en tareas físicas pesadas (como ayudar a levantar o movilizar a una persona), sino también como asistentes sociales y de estimulación cognitiva. Pueden guiar en ejercicios de memoria, combatir la soledad y conectar a las personas mayores con sus seres queridos.
  • Las plataformas de e-learning, asimismo, y las redes de apoyo digital son vitales para mejorar la capacidad de cuidar y de autocuidarse, ofreciendo formación a cuidadores informales sobre técnicas específicas y, crucialmente, brindan apoyo para gestionar la sobrecarga emocional y el estrés, mitigando el aislamiento, al tiempo que permiten la capacitación y formación en itinerarios de profesionalización.

Como vemos, estas herramientas no sólo facilitan las tareas de gestión u organización, sino que favorecen que muchos elementos y cuestiones que a día de hoy son determinantes para el bienestar de los que cuidan y de la propia calidad de los cuidados y, por esa importancia, ineludibles en dedicación (tiempo y recursos) puedan ser apoyados y asistidos por innovaciones tecnológicas.

El principal éxito de la “Care Tech” será poder liberar tiempo a las y los cuidadores para que puedan dedicarlo al verdadero acompañamiento humano.

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